En “viaje” con las cartas

El viaje, real y metafórico de cada emigrante, de todos los emigrantes, puede ser contado a través de las millares de cartas que constituyen una notable parte del patrimonio documental de la Fundación Cresci. Se refieren a un amplio arco cronológico: desde el período de la “gran emigración” al éxodo de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado y, como siempre sucede cuando se trata de historia de la emigración, están “llenas de lagunas”, en el sentido que cuentan, en mayor o menor medida, sólo algunas de las mil facetas del fenómeno. A través de ellas se puede percibir, ante todo, la difícil toma de posesión por parte de un pueblo de “campesinos” de un instrumento alto como la escritura con la adquisición, en un primer momento, de una correspondencia con la burocracia estatal y, después de la emigración, de otra correspondencia, bastante más importante, con familia, parientes y amigos que quedaron en Italia. La emigración, en verdad, no ha funcionado automáticamente como volante para la mayor difusión de la alfabetización – basta pensar a los cursos programados por la Comisaría general de la emigración en los primeros tres decenios del novecientos y al célebre programa Nunca es demasiado tarde realizado por la televisión nacional en los años cincuenta y sesenta – pero, se puede decir, que ha obligado a los emigrantes a usar este nuevo y áspero instrumento, a expresarse sobre el papel primero con una aproximada lengua italiana y luego a contaminarla, a medida que el tiempo transcurrido en el exterior aumentaba, con palabras de la lengua del país de adopción. Se escribe en dialecto italianizado y, más tarde, americanizado o españolizado o afrancesado. Se hace un uso “a gusto” de signos gráficos: desde mayúsculas y minúsculas a la subdivisión en sílabas de las palabras, de los aparte a los signos de puntuación puestos un poco como vengan. Lo importante es que el mensaje llegue. En este texto serán “leídos” a través de la correspondencia epistolar solamente algunos aspectos del largo y fatigoso recorrido migratorio de tantos italianos.

El miedo del “grande Luciano”

Un emigrado de Lucca en Brasil escribe, en 1910, en una carta a la familia, del miedo que da el océano desde cuando se parte de Génova hasta el arribo. No se da cuenta que el viaje es el miedo, real, de aquella masa de agua en continuo movimiento y que puede de golpe enojarse, representa también la separación entre un antes, que daba seguridad porque se lo conocía bien, y un después, desconocido desde todos los puntos de vista. No se da cuenta que aquel pasaje de un lugar a otro, es un momento de suspensión que se carga de todas las posibles angustias existenciales aunque si se es un emigrante “de proa”, que mira entonces el futuro, imaginándolo mejor, y no “de popa”, que mira al pasado y ya lo añora profundamente. Aún después de algún año de la partida no ha elaborado las sensaciones contrastantes probadas durante el viaje y transmitidas, en sus cartas, a la familia: “doppo che avete colto le castagne vienite al Brasile voi caro padre potete vienire e poi sirivolta a sieme e che avete paura del crande luciano perche non cie mica delle ginestre da tacarsi” (Brasile 1913). (“después que hayan recogido las castañas vengan a Brasil usted querido padre puede venir y después regresamos juntos ya que tiene miedo del gran océano porque no hay ni siquiera las retamas de dónde agarrarse” -Brasil 1913-). De estas palabras se desprende su ser “hombre de tierra”, aún condicionado por los ritmos del país natal – después de la recolección otoñal de las castañas – y, probablemente, no porque trata de no confundir al padre con la inversión estacional entre Italia y América del Sud, sino porque, en su mente, han quedado inalterables los ritmos climáticos del país de origen. Además encuentra aún y solamente una explicación física, ligada siempre a su ser campesino, por tener miedo del mar: ni siquiera una planta de retama para estar en equilibrio sobre la nave. Y sin embargo el viaje, parte esencial de toda la aventura migratoria, ha encontrado poco eco en la literatura italiana, con las excepciones, casi únicas, de Edmondo De Amicis en “Sobre el océano” y de Luigi Capuana en “Los americanos de Ràbbato”, considerado por lo demásun texto para adolescentes. El texto de De Amicis tiene las connotaciones de un reportaje periodístico, con la cuidada descripción del viaje a la Argentina realizado en 1884 y la fuerte atención reservada a los viajeros de tercera clase. La narración de Capuana reserva amplio espacio también a la vida de los emigrantes en los Estados Unidos. El poco interés por un fenómeno así invasivo para toda la vida del país encuentra la causa principal en la política, hecha más de palabra que de hechos: en edad liberal y durante el fascismo las palabras sobre los emigrantes conocieron la inflación, los hechos la carestía. Los gobiernos liberales exaltaron los productores de riqueza futura; el fascismo los transformó de imperio en “italianos en el extranjero”. Los emigrantes, al contrario, en sus escritos describen detalladamente las condiciones de vida a bordo.

“Sono le otto del giorno dopo l’imbarco i capi tavola sono chiamati a prendere le razioni di burro e di pane da distribuirsi agli altri durante la settimana; orrore… cominciano le disillusioni… il pane che ci viene distribuito farebbe rabbrividire perfino i cani; esso è fatto di crusca, segale, pepe, seme di lino e mille e mille altre porcherie. … La sera … ci hanno dato il the. Figuratevi un poco d’acqua sudicia e senza zucchero; nessuno di noi l’ha potuto accostare alla bocca …si guasta il distillatore di bordo … per dei giorni non beviamo che acqua veramente marcia e piena di vermi che per buona sorte (dico per buona sorte perché non al certo per precauzione) trovatasi in diverse botti che servivano come per zavorra nel bastimento… un macchinista russo che trovasi a bordo tenta e riesce di accomodare la macchina” (En el Diario de 117 días de viaje desde Hamburgo a Australia, en 1876, un emigrante narra las pésimas condiciones de higiene y la mala y escasa comida que servían a bordo...) En ciertos casos, arribados, por ejemplo, a Nueva York, “en la tierra de los 3 dólares aproximadamente el valor de 15 liras por nueve horas de trabajo la fortuna era eminente” el viaje no ha acabado: continúa hacia Canadá y reserva nuevas incógnitas.

“Entriamo nelli uifici di emissione in Canada. accettati è cordialmente escortati al treno… Recevuti dal condottore cidiede introdozione alle comodita in treno. trattandoci demograticamente, dimostrato come usare iletto, un congegno applicato sulla parete esterna meccanicamente sopra il sedile. … arivati a Toronto Ontario … [al ristorante] [al ristorante] timidamente seduti un poco apparte viene il servente con libro dordine … non era da comprendere come dare ordine solo una parola Bistek. collindice fummo serviti come tutti anche il conto come tutti $ 1,50 pari a lire 7,50. insieme mormorammo meza giornata di lavoro per solo pasto? ciò fece sospettò la fortuna noneracosì vicina , cisono illusioni” (Diario di viaggio 1912) (Narra sobre las peripecias del viaje en tren hacia Toronto y de la primera comida en un restaurante en esta ciudad...) La fortuna no era inminente y América no era “la Mérica” imaginada y soñada. En cuanto a las condiciones de vida, referido a como, en Italia, un “pobretón” estaba habituado a ser tratado como un “señor” o por quien tuviera cualquier poder, la expresión tratándonos democráticamente vale más que un tratado de historia social. Respecto a cuánto habría costado la aventura migratoria a tantos italianos, especialmente pero no sólo en el período de la “gran migración”, se puede citar un mensaje enviado a un amigo por un emigrante después del desembarco, en 1907, en los Estados Unidos: “non ti ò potuto mandare la cartolina da Parigi perché non ci siamo passati”. (“no te he podido mandar la postal de París porque no hemos pasado”). ¡¿Para ir a América se debía pués pasar por París?!... No se pasaba y no se pasa por París, naturalmente. Pero la broma sirve para ejemplificar la ignorancia – en el sentido literal de cosas no conocidas o mal conocidas – de los emigrantes, la naturaleza de las informaciones con las cuales muchos de ellos se preparaban al encuentro/desencuentro con “otro mundo”.

El nene, me harán saber...

“il bimbo mi farete sapere se via fatto tribolare e mi direte se continua andare migliorando se avete speranza che camini almeno verso primavera e quanti denti a fatto mi direte tutte le cose che o molto piacere di saperle, la lettera che mia scritto il fratello gredetemi chio non sono stata capace di leggerla una volta intiera senza piangere riceverete lire 600 … che possiate pareggiare come mi dite I votri debiti. […] quantame mi vogliono tuti bene non sono mica tanto lontana 5 ore di treno”. (Una nodriza pregunta por los adelantos de su propio hijo y avisa que mandará dinero para pagar deudas...) Una nodriza toscana, desde Francia, escribe estas palabras a la hermana, también ella nodriza, pero que quedó, por un cierto período, en la casa a cuidar sus propios hijos y el sobrinito. Forman parte de una correspondencia no muy nutrida, que cubre diversos años de los dos primeros decenios del novecientos. La palabra “nene”, puesta al inicio del período, señala la preocupación dominante de esta madre que trata de consolarse indicando la distancia, solamente pocas horas de tren, que la separa de él. La respuesta es tranquilizante. El nene – manso de nombre, no de hecho – se hace querer por todos. “ in quanto del tuo bimbo non ci pensare che sta bene … e si fa vorbene a tutti Ora poi ti dico che il tuo Mansueto mia detto che ai fatto bene andarvia perche dice che gli menavi … ti dico che selo vedesti mangiare dase resteresti I stubita viane al tavolino e vol davanti la salvieta per non I sporcasi” (Quien cuida al niño responde a su madre contándole algunos detalles de la vida del pequeño...) Crece bien, el nene, es autosuficiente. Y mesa y “servilleta” son testimonios de sus progresos. En estas como en otras cartas de nodrizas no aparece deseo alguno de autonomía del peso de la familia; al máximo es posible encontrar la certeza de que el dolor de la separación, especialmente de los hijos, puede ser al menos en parte compensado y atenuado por una vida que se podría definir “cómoda”. A su vez también madres de hijos ya adultos parecen convalidar la imágen que, seguramente en Estados Unidos, se tiene de la familia italiana, generalmente de origen meridional: patriarcal, en donde es difícil soltar los lazos que unen los varios componentes y con una madre “hiper protectora” que se preocupa continuamente de los peligros que su “nene” podría correr en aquella “Bendita América y quien la ha inventado”:

Una balia toscana, dalla Francia, scrive queste parole alla sorella, anch’essa balia ma rimasta, per un certo periodo, a casa a curare i propri figli e il nipotino. Fanno parte di una corrispondenza non molto nutrita, che copre diversi anni dei due primi decenni del novecento. La parola “bimbo”, messa all’ inizio del periodo, segnala la preoccupazione dominante di questa madre che tenta di consolarsi indicando la distanza, soltanto poche ore di treno, che la separa da lui. La risposta è rassicurante. Il bimbo - mansueto di nome, non di fatto - si fa voler bene da tutti.

“ in quanto del tuo bimbo non ci pensare che sta bene … e si fa vorbene a tutti Ora poi ti dico che il tuo Mansueto mia detto che ai fatto bene andarvia perche dice che gli menavi … ti dico che selo vedesti mangiare dase resteresti I stubita viane al tavolino e vol davanti la salvieta per non I sporcasi”

Cresce bene, il bimbo, fa da sé. E tavolo e “salvieta” sono testimoni dei suoi progressi. In queste come in altre lettere di balie non è presente alcun desiderio di rendersi autonome dal peso della famiglia; al massimo è possibile riscontrare la consapevolezza che il dolore della separazione, specialmente dai figli, può essere almeno in parte compensato e lenito da una vita che si potrebbe definire “agiata”. A loro volta anche madri di figli ormai adulti sembrano convalidare l’immagine che, di sicuro negli Stati Uniti, si ha della famiglia italiana, per lo più di origine meridionale: patriarcale, in cui è difficile allentare i vincoli che legano i vari componenti e con una mamma “chioccia” che si preoccupa continuamente dei pericoli che il suo “bimbo” potrebbe correre in quella “Benedetta l’America e chi l’ha inventata” : “ Abbiamo letto sui giornali di un’aggressione in ferrovia tra New York e Filadelfia … Se vai nel Canada non fare imprudenze con tutti quei cavalli, bada di non andare in automobile e cerca di regolarti a mangiare (Italia, s.d.). Il riferimento all’ automobile induce a datare la lettera tra gli anni venti e trenta. Il suggerimento di guardarsi dai cavalli canadesi risulta, oggi, incomprensibile e al consiglio di badare al cibo si vorrebbe aggiungere quello che, ancor oggi, è un altro topos della mitografia della mamma italiana: “Mettiti la maglia di lana”. Al di là dei commenti scherzosi possiamo però immaginare come venisse letta avidamente ogni notizia pubblicata su giornali italiani (probabilmente nei vari supplementi illustrati) relativa ad una terra lontana e sconosciuta, senza rendersi conto che era l’evento fuori dell’ordinario a essere narrato ai lettori. L’ansia prodotta da storie così distanti dalla quotidianità veniva accentuata, il più delle volte, da un disegni a colori e di forte impatto visivo. Parlare di donne è anche parlare di uomini e del rapporto di coppia. Se da molte lettere risulta evidente il forte legame esistente tra i coniugi da altre viene chiaramente messo in luce il deterioramento di tale rapporto. Non ci si riferisce a tradimenti e a doppie famiglie (comportamenti piuttosto abituali nel mondo dell’emigrazione) ma più semplicemente a tensioni e incomprensioni quasi sempre a danno della donna. “

Cara sorella sento che ragioni di mio marito e che raconta delle passegiate che a fatto sono contenta che si diverte che cossi almeno puole dire che e venuto inn’Italia per un iscopo e poi ha’ risultato anche l’altro, lui di qui e partito tanto triste … che aveva il quore stracciato dal pensiero, di dovere fare e sofrire tanto, e poi se non avesse potuto trovare, vivo, chi voleva trovare suo padre: ma poi dopo di quello sie divertito a passegiato a fatto bene cossi puole dire che non sia stato in Initalia per niente … Cossi sono più contenta anchio sapere che mangia che beve e che sta bene e che siete contenti anche voi tutti di lui … te dici che beve … ma per dire il vero e buono propprio e affezionato alla famiglia che lui basta che mi vedeme contenta e le bimbe che non ci manca nulla e poi Lui e tutto contento, lui e senza vizzi nessuni lui a sempre lavorato a sempre fatto ziudizio atteso sempre alla sua famiglia che si deve volere di più? Cara sorella quando venirà per qua? Mi dice di venire a settembre oi primi Ottobre vado avedere che aspettera le castagne verrà in Novenbre perme venisse pure presto mi pare un secolo che manca anche le bimbe non vedano lora che venga suo padre ma ormai mese prima mese dopo si rimedia. (Brasile,1938) La citazione lunga serve a dare risalto all’ambivalenza dei sentimenti di chi scrive: il marito in Italia, dopo la morte del padre, si diverte e lei cerca di esserne contenta anche se spera in un rapido ritorno; è solidale – o vuole mostrarsi tale? – con lui e lo difende perché, anche se beve, non ha mai fatto torto a lei e alle figlie. Sembra, leggendo la lettera, che la donna voglia convincere più sé stessa che la sorella. Di contro, nella missiva che segue, Paola racconta, senza infingimenti, ai genitori il suo difficile incontro con il marito dopo una lunga separazione determinata almeno in parte da incomprensioni tra loro.

La nave arrivò alla banchina di Buenos Aires alle 16 ma fra le poche persone che vi erano non c’era Rainaldo … Andai, con i rappresentanti dell’Italia … e dietro la cancellata sentii chiamare la voce di Rainaldo:” Paola”. I rappresentanti fecero così entrare sulla banchina un uomo sugli 80 chilogrammi grasso, sporco, sudato, con la faccia proprio gonfia e grossa simile al maiale: era Rainaldo!… Rimasi zitta con una espressione di disgusto visibilissima sul viso, abbracciò le piccole e andammo tutti in cerca delle valigie. Non potei dargli neanche la mano, non potevo, non gli chiesi niente né lui chiese niente a me né si avvicinò, come se le nostre persone non esistessero, con la massima indifferenza parlavamo delle valigie … dopo due anni e mezzo neanche la mano! […] Non vi dico tutti i miei pensieri e i miei sentimenti. … Il giorno dopo, la sera, andammo a La Plata: ancora non ci si era dati né la mano né altro.”

Il viaggio da “emigrante”, nonostante siano gli anni cinquanta, la sofferenza per la separazione dalla famiglia rimasta in Italia e l’ansia per l’ incontro col marito, quasi un estraneo dopo tanto tempo, trova una sintesi efficace in questa lettera scritta dopo più di un mese dallo sbarco a Buenos Aires. Paola non è una letterata ma riesce a depositare bene sulla carta le sensazioni e le paure che le attraversano la mente e il corpo. Lo scritto, lungo 26 pagine, oltre a narrare le traversie del viaggio verso l’Argentina con due figlie ammalatesi a bordo per la cattiva qualità del cibo - e come esse tutti gli altri bambini in viaggio - , riprende, ad intervalli, il discorso sulle difficoltà del rapporto matrimoniale. Con il tempo la vita di Paola e Rainaldo trova nuovi punti di equilibrio. Paola, donna di “oggi” riesce a esprimere le sofferenze di tante donne “in emigrazione”, sofferenze derivate dalla lontananza dei mariti e dai loro comportamenti. Infine, sempre sul rapporto uomo/donna due brevi citazioni, la prima da un “poemetto”, anonimo ma inviato dall’estero in Italia, sul felice momento dell’innamoramento:

“Pero ti prego dessermi costante/Come io saro a te fedele Amante …Se tu mi lasi voglio pigliare il veleno/se ti dovessi in vano sempre amare/Meglio la morte che campare … Dunque ti dico addio esono mal contento/ per che non ho piu foglio davergare/ tanti saluti ti fa nel momento/quante stelle e in cielo e pesi in mare/dove ho mancato mi devi scusare”

la seconda da una lettera di uno che, una volta partito in emigrazione, non vuole arrendersi all’evidenza di un rapporto finito:

Adorata e gentile Umile, Giacche di na morato mio cuore non mi lascia aver pace ne giorno ne notte sempre pensando achi si sara schordata dime chi sà quanto tempo da poi che io sono partito di talia non avra avuto più il minimo pensiero dime come se non fossi nato ma pure ancho per questa volta ti riscrivo questo mio foglio che con questo sono gia 6 che tenemando senza che io abbia mai avuto due righe date non so se tu lai ricevute ono ma a questa poi se tu mi voi rispondere non cie scuse perche la siguro e questa non potrai dire di non averla ricevuta. Dunque ti prego di darmi una pronta risposta e di dirmi la pura verita … che alora io alla meglio che posso levo questo mio pensiero verso la tua adorata persona giacche non mivedo degno diessere amato date.” (Brasile, 1897)

Vengo a scrivervi due righe

Il patrimonio di lettere della Fondazione Cresci assomma a più di 10.000 pezzi non ancora tutti trascritti. Come già accennato, coprono un arco temporale che va dalla metà dell’ottocento agli anni sessanta del novecento e provengono da tutti i continenti e da tutte le regioni italiane. Qui se ne propone un’antologia, asistematica e senza pretese particolari. Si tratta, nella quasi totalità, di scritti a famiglia, parenti e amici e hanno come tratto comune la traslazione del modello orale in quello scritto e l’esposizione ridondante specialmente nella parte che riguarda le notizie sulla salute - sia di coloro che sono rimasti in Italia sia di quelli che si sono trasferiti all’estero - e le consuete formule di saluto. Si può dire che molte lettere non dicono “niente” ma l’uso di formule ripetitive è rassicurante per chi scrive e per chi riceve: si è ancora parte di un unicum, su cui si può sempre contare.

“Miei Cari Genitori Eccomi sopra a questo misero foglio di carta per dare una amata risposta alla vostra cara lettera e legendola mia consolato dimolto solamente che udendo il vostro scritto cio trovato che godete tutti una buona e perfetta salute tanto voi caro padre che voi cara madre e mia sorella Mariuccia, e Angelina e zio e zia e miei nepotini e mia Cognata e sua madre e sua sorella e ancora mia nepotina e cosi in fino a questo giorno posso dirvi che segue anche di me e mio fratello e tutta la batteria … Carissimi genitori ora poi non potete mai vedere quanta e stata grande la mia con tenteza solo nel sentire che avete fatto il ritrato e noi si aspetta tutte le matine per riceverlo che credete pure che mi sembra mille anni di vedervi anche si ben che si vediamo sopra a un pezzo di carta ma credete che mi sembra di non avervi veduto da 100 anni e sono apena una 16 di mesi … ora vedete che il voglio termina in fretta vi saluto voi caro padre e voi cara madre e mia sorella mariuccia e angelina e zio e zia e miei nepotini e mia cognata e sua madre e sua sorella e mia nepotina e la gostina e la nonziata e la Dvice e Alfredo e Pietro e sua famiglia e in soma tutti I conoscienti vi saluto tutti voglialtri” /brasile, 1910).

Un caso estremo di ripetitività è dato da alcune lettere, spedite dal Brasile, a distanza di anni, che riportano sempre le stesse notizie: in pratica la composizione della famiglia cresciuta all’estero e ormai ricca di alcune decine di componenti. In questo caso sembra che anziché rinsaldare il vincolo familiare si prenda atto, senza averne contezza, della sua ormai avvenuta dissoluzione. In genere gli argomenti di cui si scrive sono quelli della vita quotidiana: il lavoro, le persone che si frequentano (spesso parenti o paesani), le diverse abitudini, la casa, le differenze climatiche, il cibo che si consuma e quello, di gran lunga migliore, che si può mangiare nel paese natio. Il nuovo mondo suscita valutazioni ed emozioni variegate e, talvolta, contrastanti.

“Ora e' già un mesetto che sono qua e posse dirle poco di questa Città, ma quel poco che posso dirLe e l’impressione che ne ho provato e' stata piu' che buona. Città questa ultra moderna dove il movimento d'ogni sorta e' indescrivibile, ben organizzato ogni sorta di servizio pubblica. Qua non si conosce miseria, centinaia di automobili sfilano in ogni strada, palazzi e negozzi che in Italia purtroppo non se ne vedono. Certo tutte cose moderne, antichita' qua non se ne vede.”

Lo scritto è di un uomo, giunto da poco a Buenos Aires nel 1930. Una donna, nel 1921 residente già da tempo a New York, scrive invece:

“Vita brutta che non desidero a nessuno e agogno la solitudine della mia casina a tre piani da dove godo aria e un … panorama pittoresco … un caos di belle cose che affliggono anche quelle e confondono al punto, per noi che non ci siamo avvezzi, da mettere lo sgomento e da non sentirsi sicuro altro che a casa sua, su una Rockeincea (poltrona a dondolo) vicino alla stufa che riscalda tutto e tutti.”

Sia l’uno che l’altra sono persone adulte e piuttosto acculturate; ambedue riconoscono che le città offrono molto. L’atteggiamento che essi tengono verso l’esperienza migratoria è completamente diverso e non dovrebbe dipendere, nel primo caso, soltanto dalla breve durata dell’esperienza all’estero. Spesso il discrimine passa per il lavoro, per la maggiore o minore facilità di relazionare col prossimo, per il maggiore o minore senso di sicurezza e appagamento relativi alla vita che si conduce. In tante lettere è una frase, buttata lì quasi per caso, che fa intravedere quanto sia costata la scelta di emigrare. Una nonna, scrive a proposito di un nipotino “lui si chiama Tony …E mi ha domandato dove sta lItalia di casa” (USA, s.d.). L’ingenua domanda lascia intuire le numerose volte in cui Tony deve aver ascoltato i racconti nostalgici della nonna su una Italia che esiste, sicuramente, ma che non si sa dove esattamente stia “di casa”. Talvolta poi qualcuno passa la vita con la valigia sempre pronta per il ritorno: ed è questo un modo per resistere illudendosi: “Mi farai sapere le novità … e qua si lavora sempre … ma in questa terra spero di non invecchiarci.” (Brasile, 1920) In altri casi passano nelle lettere avvenimenti di peso mondiale:

“Altro non so che dirvi che io sto bene e cosi vorei che fosse di voialtri. Vi facci sapere che qua abbiamo avuto una grande influenza Che sono stati ammalati quasi tutti in una volta tante case non ciera nessuno di alzati e ne sono morti pure parecchi ma noialtri per questa volta sie riportata fori” (USA, 1918) Così viene raccontata “la spagnola” con i suoi milioni di morti in tutto il mondo: la tragedia è universale ma il racconto è interno alla cerchia del quartiere, delle conoscenze, degli amici, della famiglia soprattutto. Anche quelle che si possono definire “le meraviglie di altri mondi” hanno posto in qualche corrispondenza: “Cara sorella Pia ti faccio sapere che la Stella mi raconta tutte le cose di fraccia [Francia] e ti dico che mi fa A mazare dalle rise cara Pia farmi sapere se la tua padrona Arimeso il termometri al qulo ai ragazi.” (Italia, 1910)

Il termometro: uno strumento poco conosciuto!

Notevole è poi il tono indifferente e da uomo di mondo con cui uno che, nell’albergo in cui lavora, passa da fare polpette a pulire le latrine, scrive all’amico che gli può telefonare poiché ha l’apparecchio in camera:

” io per ora o trovato un posto che mi tocca a fare tutta qualità di lavori in cucina in sala alla Bar le latrine .… come va a Firenze qui nevica piano e fa freddo ma a me non mi in porta perche a una camera tutto riscaldato a termosifone. ed’ ò laqua fredda e calda in camera. e Telefono. se mi vuoi chiamare sui questo e il numero Colubus 5 – 9341” (USA, 19 ) Quanto agli esiti del processo di integrazione, parola qui usata nell’accezione semplice di “assenza di particolari problemi di inserimento in una nuova realtà”, si riscontrano poche e superficiali tracce: “Carissima sorella, … in quanto alla Signora Americana non hai capito? Vuoi proprio che mi spego chiara, è un sua concovina” (America latina? Data?) La signora americana è la concubina del fratello al quale lei si rifiuta di fare perciò visita; non è un segnale di integrazione ma almeno di una presa d’atto, contestata quanto si voglia, dell’esistenza di diversi modelli di vita. D’altro canto, lo scambio continuo e frequente di lettere, il pensiero di avere un luogo in cui si può tornare e di una famiglia che, all’occorrenza, ti accoglierà amorevolmente, rallentano e agevolano contemporaneamente il faticoso processo d’integrazione. Invece è superficiale, sempre nell’accezione di mancanza di problemi, l’accettazione sorridente di un Babbo Natale, straniero e poco conosciuto in Italia nel 1930: “Dimmi un po’ Mina neppure quest’anno Santa Claus ti porta un Baby?” (Italia, anni 30). Tutto scorre, tutto cambia, diceva il filosofo. Anche l’emigrazione.

“quello che ci raccomando di non portare niente per mangiare e di non legarsi la valigia con le corde”

Queste raccomandazioni sono fatte negli anni sessanta da un siciliano emigrato in Australia al cognato che sta per raggiungerlo e al quale ha pagato il viaggio. La “vecchia emigrazione”, sembra dire la lettera, è bene dimenticarla.Ma dimenticare non è bene: l’Italia di oggi è figlia anche degli emigrati. Come l’Italia di domani sarà anche figlia degli immigrati. MARIA ROSARIA OSTUNI