Negocios y negocios

Para los emigrados que se dedicaron al comercio los inicios fueron casi iguales: después de la llegada al nuevo país trabajaban por algunos años como dependientes de parientes o de los amigos que los habían exhortado y ayudado a emigrar. Naturalmente esta fase inicial fue salteada por aquellos que, ya dotados de un capital propio, aunque mínimo, debutaban directamente en el pequeñísimo comercio. En este recorrido la familia tuvo siempre un rol fundamental no sólo como proveedora de los iniciales medios económicos sino también, en el caso de emigración del núcleo familiar, en todo o en parte, con el compromiso directo en la administración de la actividad.

Los primeros negocios fueron pequeñas tiendas, la mayor parte en el sector alimentario, y tuvieron como clientela inicial la comunidad italiana. En las vidrieras de muchos negocios, en efecto, estaba orgullosamente escrito que se vendían auténticos productos italianos.

Para la mayor parte de los comerciantes, después, la cumbre de la fortuna fue alcanzada con la instalación de una explotación comercial de un cierto respiro. Algunas de estas actividades, sin embargo, alcanzaron a consolidarse en el tiempo y diversos negocios se transformaron en poderosas haciendas de producción y de transformación de productos del suelo y de la cría o en empresas de gran distribución internacional.

La procedencia de estos nuevos industriales del sector comercial les aventajaba con motivo de los conocimientos precedentes sobre la situación del mercado interno, sobre fuentes de aprovisionamiento y sobre las posibilidades de un más fácil acceso al crédito.