La emigración italiana ha tenido muchas caras y también se ha caracterizado por exportar altas cualificaciones a todo el mundo. El capital de los emigrantes ha sido el trabajo acompañado, siempre, de una serie de recursos inmateriales: determinación para trabajar en cualquier caso y bajo cualquier condición; perseverancia incluso frente a grandes obstáculos; inventiva que, a veces, ha llevado a la consecución de grandes resultados tanto sociales como económicos.